Anexionismo: Ahora con sabor a Arroz con Gandules

Por lo general, el comentario político del puertorriqueño siempre se ha refugiado en la apatía. Lo corriente es que el conservadurismo mire, cómodamente desde la butaca vieja,  las calamidades que nos suceden como algo inherente a nuestra condición de vagos y mantenidos. Los viejos, que tiran su comentario nebuloso frente al televisor, riéndose de los pendejos de la UPR y las palabritas de domingo que repiten desde hace décadas.

“Patria, valor, sacrificio, pueblo, represión, dictadura, lucha, entrega y nación” ¿Acaso no se les ocurre otra cosa?

“Tan patriotas que se hacen y no salen de Burguer King.” Tan separatista y sin beca no estudia” “A que no se  va a recoger café al campo” discurso igualmente milenario del anexionista.

Ese viejo que ama el café del campo, pero que odia al negro que se niega a recogerlo a cinco pesos la hora, esta extinguiéndose. Parecería que el discurso revolucionario arcaico esta ganando terreno y solo es una cuestión de tiempo. La mancha de plátano, resulta, no se puede lavar. El nacionalista ha triunfado ante el vende patria “añangotao”. Pero el tiempo no pasa en vano y el adversario sagaz se mueve con este.

El discurso nacionalista ya perdió su vigencia. La globalización, el internet y los medios se han encargado de debilitar esas nociones de patria, cultura y orgullo nacional. Cada generación que pasa es una oleada que va borrando esas palabras escritas en la arena. Hasta el mismo idioma, que tanto defendieron nuestros próceres, adolece de un número alarmante de anglicismos horrendos. El anexionista se ha percatado de esto y cada vez más el anexionismo parece más viable.

Pero ojo, no trato de engrandecer un pasado ideal, muy al contrario. Me parece excelente que diferentes culturas interactúen entre sí. El purismo, así como el incesto, es enfermizo.

Ahora bien, me parece pertinente subrayar que es momento de quitarnos las vestiduras, obviamente  superficiales, del nacionalismo purista para combatir la embestida anexionista. Este argumento de la “mancha de plátano” ya no tiene en que apoyarse, ante una nación esencialmente heterogénea como lo es Estados Unidos.

Especímenes como este: http://www.facebook.com/notes/jusino-2011/la-libertad-no-es-para-a%C3%B1angotaos-es-para-los-valientes/199652830073620 dan fe del nuevo anexionista que trajo el Siglo 21.

Les traigo el ejemplo de Hawái. Hawái pasó una crisis de identidad durante el tiempo que fue un reino independiente, y más aún cuando fue un territorio. Pero, Hawái luego de convertirse en un estado de la Unión, ha fomentado y defendido su cultura a tal extremo, que el gobierno federal incluso, ha pasado legislación para defender la cultura hawaiana.

La cultura es un elemento hermoso de cualquier sociedad, porque nos identifica y nos une como herman@s. Pero no es un argumento sólido para debatir seriamente sobre el futuro político de PR. Siempre he dicho que la objetividad es casi imposible de mantener en un debate político. Pero a este tipo de argumentos hay que atacarlos lejos de todo sentimentalismo (¿rabia?) nacionalista que nos pueda provocar algún anexionista del Siglo 21.

He aquí un breve intercambio con el Sr. Jusino;

 De Puerto Rico ser un estado, no tan solo representaríamos a los puertorriqueños en el Congreso, sino que también incrementaríamos la representación de los latinos en el cuerpo legislativo federal. De esta manera podríamos tener impacto en leyes como el “Dream Act”, que buscaba hacerle justicia a los miles de niños indocumentados que fueron traídos a la nación por sus padres.

Aja, ¿y? ¿El modelo de democracia representativa, realmente, ha funcionado como debe desde su creación? ¿No es por eso que nos hallamos en crisis, nuevamente? ¿Acaso no hay suficientes hispanos y latinos en los E.U que han solicitado el “Dream Act” y de todas formas han sidoignorados? ¿En serio vale la pena pagar más impuestos sin garantía de bienestar alguno?

Noten que es de mala educación “contestar” con preguntas, pero estas preguntas son pertinentes cuando el argumento presentado adolece de superficialidad y falta de fundamentos.

El “amor a la patria” tampoco tiene cabida en movimientos estudiantiles, como las pasadas huelgas, que se nutrieron de jóvenes de distintas ideologías que lucharon en pro de la Universidad (y sus bolsillos). Contrario a lo que pudieran creer en las aulas del Capitolio, el triunfo de ese proyecto en nada hubiese adelantado la causa independentista ni hubiese hecho más puertorriqueños ni socialistas a sus participantes. Esta aseveración, oportunista por demás, solo buscaba crear una contraposición que enalteciera el ideal anexionista conservador.

Anexionismo conservador = Orden, seguridad y paz.

Independentismo activista = Anarquía, drogas y rocanrol.

No hay que ser ni tan patriota para luchar en contra de una cuota de 800 dólares. Ni  tan socialista para saber que la clase trabajadora no aguanta un impuesto más.